La cara más amarga de la muerte

Éramos libres...

Una reflexión en confinamiento

domingo, 19 de abril de 2020

Aplauso sanitario

Son las 19.55 de un domingo cualquiera. El confinamiento por el COVID-19 se hace cada vez más difícil. Llevamos casi 40 días sin hacer vida normal. Tengo que seguir ejercitando la virtud de la paciencia.

Tras una larga tarde de estudio es hora de dejar por un momento los códigos y los apuntes y me asomo a la ventana. Esta lloviendo. El olor a tierra mojada y el aire fresco me animan. ¡Qué ganas tengo de salir! Aunque sea a dar un breve paseo.

Con las campanadas del reloj dando las ocho, comenzamos a aplaudir. Poco a poco se van uniendo más paisanos en sus ventanas y balcones. Algún rezagado llega casi al final; pero ahí está

Nos acordamos de todos los médicos, especialistas, investigadores, enfermeros, auxiliares, sanitarios, celadores...Día a día están trabajando sin descanso para frenar la pandemia desde la primera línea. Desde el primer momento. Sin dudarlo ni un segundo. Y todo ello a pesar de la falta de mascarillas, EPIs, gafas de protección, guantes, respiradores... ¡Tenemos que ayudarlos! ¡¿Por qué no llegan los materiales?! Claro que agradecen nuestro abrazo. Pero también material, inversión, un contrato digno y un sueldo en condiciones. Otro gran equipo que tenemos que cuidar más y valorar más. Nuestros sanitarios. Nuestra sanidad.

Pero no me olvido a otra parte de este gran equipo humano, sin los cuales nada de esto sería posible. Transportistas, jornaleros, agricultores, panaderos, supermercados, mozos de almacen... Y a la Policía Nacional, Guardia Civil, Fuerzas autonómicas y locales, nuestras Fuerzas Armadas, Protección Civil, Bomberos, recogida de residuos....

A todos y cada uno de vosotros, gracias de corazón. Hoy y siempre. Gracias, gracias, gracias.



sábado, 18 de abril de 2020

La cara más amarga de la muerte

20.043 personas han fallecido a causa de esta pandemia. Miles de familias afectadas y sumidas en la tristeza. Si al dolor humano por la pérdida de un ser querido añadimos la imposibilidad de despedirse de él, la muerte en la soledad de una cama de hospital, o unas exequias que hacen imposible el abrazo y el consuelo mutuo, el sufrimiento se multiplica exponencialmente. ¡Qué dureza! ¡Qué tristeza! ¡Cuánto dolor! 

La muerte se hace presente en nuestras vidas de una forma inhumana, indescriptible, inconsolable. Cuesta escribir una palabra de esperanza entre tanta tragedia ¡Qué difícil! Sólo queda transmitir nuestro cariño, hacernos presentes y acompañar; escuchar... Todo ello a la espera de ese ansiado abrazo. Un largo y cariñoso abrazo que ya anhelamos e intentamos dar en la mejor forma que encontramos. 

Para los que somos creyentes, nos unimos también con la oración. Rezar por los que han fallecido, por los enfermos, por las familias y sanitarios. Desde la intimidad de cada uno. Con absoluto respeto. Con misericordia. Y pedimos también un rayo de esperanza que nos ilumine y consuele. 

Finalmente una mención especial a los capellanes de hospitales y a muchos médicos, enfermeros y sanitarios, que con gran vocación están tomando la mano del enfermo en esos últimos instantes de vida. Una muestra más de amor que se abre paso entre el dolor. 

Siempre permanecerán en nuestro corazón. Nuestro abrazo, consuelo, y pesar. 


viernes, 17 de abril de 2020

Éramos libres...

"Éramos líbres, y no lo sabíamos"; o no éramos totalmente conscientes de ello. Es una de las muchas reflexiones que he podido hacer durante este tiempo de cuarentena nacional y que iré compartiendo con vosotros de aquí en adelante.

Durante estas semanas de estado de alarma y confinamiento he ido descubriendo el auténtico significado de  pequeñas cosas que, en una situación normal, hacemos por rutina, y que ahora se valoran de verdad. Un paseo al caer la tarde, un abrazo con un amigo, los besos, el compartir tiempo y cariño con nuestros familiares, o simplemente ir a la biblioteca a estudiar o salir a correr. Cosas que dábamos por seguras, que teníamos desde siempre y que hoy vemos constreñidas.

También re-descubrimos otras que antes pasaban desapercibidas. La primavera ha comenzado y la naturaleza comienza a brotar tras un duro invierno. Ella no entiende de estados de alarma ni encierros; nace con una fuerza extraordinaria, hasta en aquellos lugares que antaño no lo hacía por factores humanos. Y con sus colores y su energía nos llena de esperanza. Quizás, ante tanta tristeza por los acontecimientos, nos ayude a mantener la esperanza.

Estas son las primeras lecciones de muchas. Apreciar lo que realmente importa; la salud, la familia, el amor, la amistad, la solidaridad... Y re-descubrir otras. Que de aquí en adelante vivamos cada segundo como si fuera el último; cada momento, cada beso, cada abrazo, con toda su intensidad...

Éramos libres... y lo seremos; y sabremos valorar de verdad nuestra libertad.