España atraviesa uno de los periodos
más importantes de su historia reciente. A la profunda crisis
económica, que mina nuestro tejido productivo y social, hemos de
añadir otra de caracter político e institucional, que ha afectado
directamente a los pilares de nuestro sistema democrático. Asistimos
pues a un profundo proceso de renovación similar al acontecido
durante en el último cuarto del S XX, en la llamada Transición
Española.
Adolfo Suárez en el Congreso de los Diputados |
En este marco político, económico y
social, han aparecido ciertos movimientos de caracter populista cuya
utilidad a la comunidad es más que cuestionable. Entre sus
pretensiones está cambiar nuestro sistema de convivencia
constitucional -destruyéndolo- sin ser conscientes del importante
sacrificio que supuso el instaurar la actual democracia.
No dudo de la necesidad de reformar
ciertos elementos del sistema, pero “se trata, de saber realizar el
cambio social con sinceridad, conjugando prudencia y audacia y
eligiendo también el camino de la reforma responsable y gradual”
(Adolfo Suárez González, 1976) Parece que está de moda decir que
nada se hizo bien; que la Transición Española fue un fracaso. ¡Qué
mala memoria! Al contrario, el principal fracaso de la sociedad
actual no es otro que el abandonar en lo más recóndito de la
memoria aquellos años en que el
interés general de España era
el fundamento de la acción política. Hoy, sin embargo, nos
empeñamos en resucitar el fantasma de las dos españas, - siempre
excluyentes y permanentemente enfrentadas-, mientras nuestros padres
quisieron acabar con ese mito, luchando por una reconciliación
definitiva.
Ya sea por ignorancia o mala fe, un
sector de la política española reniega de aquel espíritu de
consenso que fundamentó la Transición. Basan su discurso político
en meras utopías, que adornadas con algún bramido, embaucan a la
sociedad herida. Sin embargo, si arañamos tan sólo un poco,
descubrimos la falsedad de sus palabras.
Ante esto, es necesario reivindicar el
legado de la Transición Española. El consenso, la concordia y la
responsabilidad han de guiar nuestros pasos si no queremos vernos
avocados al más absoluto de los fracasos. Vivimos un tiempo
fascinante en que la sociedad es parte activa de la política pero
del ejercicio responsible de nuestros derechos democráticos depende
directamente el futuro de España. No son exageradas mis palabras. La
sociedad actual esta llamada a ser protagonista de una segunda
transición que debe realizarse sobre los pilares de la primera.
Hemos de seguir trabajando para construir un Estado de Derecho
sustentado en la libertdad, la igualdad, la justicia y el pluralismo
político. Transparencia, participación, y honradez son otros
elementos clave. En definitiva, trabajar unidos para engrandecer el
la España Constitucional que hemos heredado.
Somos un pueblo que ha ido superando
grandes problemas. La actual crisis, en todas sus facciones, es un
ejemplo de ello. Pero debemos seguir aprendiendo “la gran lección
de la concordia y la vonviencia en libertad y justicia” que nos
legaron nuestros antepasados.
“Está el hoy abierto al
mañana.
Mañana al infinito.
Hombres de España. Ni el pasado ha muerto,
Ni está el mañana ni el ayer escrito.”
Mañana al infinito.
Hombres de España. Ni el pasado ha muerto,
Ni está el mañana ni el ayer escrito.”